LOS REYES DEL MAMBO.

Los abnegados funcionarios del sector público, timbra papeles, pasa partes, venga mañana y demás próceres de la productividad y el desarrollo, que cada día son más y más, sin visos de terminar la escalada inflacionaria de cargos y pitutos, solicitaron, como si nada hubiese pasado en el planeta Tierra, un reajuste salarial del 2,7%, además de una serie de beneficios que no sé de qué se tratan ni me interesa saberlo. Estamos frente al carerrajismo total de quienes se saben intocables.

 

Estos tiparracos de poca monta (que no se enoje nuestro amigo José, exceptuemos a los buenos elementos), han visto como cientos de miles de personas han perdido su trabajo, cientos de miles de pequeños y medianos empresarios han llegado a la quiebra o muy cerca de ella, el estado se ha endeudado más allá de lo prudente para hacer frente a la desgracia sanitaria y económica, y el país se encamina hacia un callejón económico cuya salida no se vislumbra. Nada de eso les importa. Se consideran una casta privilegiada que sobrevive gracias a la presión política. Componen una especie de feudalismo con fueros medievales dentro de una sociedad del Siglo XXI.

 

Los señores políticos (otros funcionarios públicos privilegiados), han desechado la solicitud, por el momento… Tal vez reconsiderarán su posición, dependiendo de la presión gansteril que reciban, o tal vez la desecharán definitivamente a cambio de un aumento mayor cuando las condiciones anímicas del país y el respetable público lo acepten, una vez más, sin chistar. No veo posible que ese 2,7% desvergonzado reajuste salarial, más bonos y regalías varias, quede definitivamente sepultado. Sóplenme este ojo.

 

Mientras esto sucede en Barbarilandia, el populacho bárbaro continúa su cruzada refundacional por más estado, más estado y más estado, financiado supuestamente por “otros” y cuyo beneficio suponen que se será para ellos, el que sería entregado de manera graciosa por los mismos tiparracos que siempre han velado por sus propios intereses. Y claro está, todo ello en nombre del pueblo que los financia sin parar y sin chistar.