EL MAL SALVAJE.

Se ve tranquilo Santiago durante estos días, y no me refiero al relajo del siempre soporífero mes de febrero, sino a la desaparición de la horda de malhechores que se acostumbraron a delinquir en nombre de la igualdad y los derechos sociales pagados por “otros”.  Seguramente los jóvenes idealistas de la primera, la segunda y el resto de las ordinarias líneas, están cogoteando en las playas. Ya llegará marzo y, con él, la crápula delictiva.  

 

Hasta hace unos pocos años, lo peor de marzo eran solo el pago del permiso de circulación y la compra de útiles escolares, fatídico mes personificado pintorescamente por Fernando Larraín ¡Qué tiempos aquellos en que los peores problemas se apaciguaban con más crédito y un poco de falsa esperanza!

 

Hoy en día nuestros problemas son mucho mayores, estamos invadidos por delincuentes, los siempre presentes sinvergüenzas haciéndose las víctimas, reclamadores de derechos y millones de tontos graves. Los tontos graves alimentan a todo el resto de la horda destructiva.

 

El tonto grave es aquel que se indigna por todo, principalmente si lo que le dicen es verdad ¿Conocen algo peor que una buena verdad espetada a la cara sin anestesia? El tonto grave siempre asegura sentirse vulnerado, violentado, ofendido. Y si por casualidad la verdad de turno no lo afecta directamente, se dedica a defender a los demás sin que lo inviten, en un acto de buenismo solo digno de mentes enfermas, como las de un tonto grave. Todo en nombre de la justicia social y la dignidad del supuesto afectado y desvalido buen salvaje.

 

En una desquiciada época histórica donde Daniel puede ser Daniela con solo publicitarlo, y no conforme con esto, los demás debemos proclamar en voz alta que Daniel va vestido por temor a no estar a la altura de la locura reinante, no es mucho lo que se puede hacer ni pedir.

 

Esto no es nuevo. Son épocas en que la horda, el populacho bárbaro que siempre ha estado ahí observando una realidad que no soporta porque no se soportan a si mismos, toma una preponderancia que va más allá de la razonable. Entonces todo se complica. Los marginales, que por algo están donde están, asoman su cabeza para convencernos que conocen el mas expedito camino a la solución de todos los problemas de este perro mundo. La receta consiste en vivir al día en el mas amplio sentido de la palabra. https://es.wikipedia.org/wiki/El_traje_nuevo_del_emperador

 

De ahí que usted puede ser hoy lo que más quiere ser… hoy. Mañana ya veremos. Es la mentalidad del maestro chasquilla que busca peguitas de ocasión donde apaleará a la víctima de turno (el loko la supo hacerla, vocifera la horda cada vez que alguien estafa al prójimo). Es el comprador del teléfono de moda que no tener que comer o como pagar el pasaje de la micro. Es la vida loca, desatada, sin control ético, moral ni legal. Es el buen salvaje (que de bueno no tiene nada) en su máxima expresión. Es el barbárico buen salvaje que, a pesar de la fanática imaginación de escribidores de papers a sueldo, si volviera a nacer mil veces, mil veces volvería a hacer lo mismo, a ser el mismo, porque en el fondo no tiene nada que ofrecer ni ofrecerse. Es lo que hay, y hoy vivimos en uno de esos locos tiempos, donde el héroe de moda es el salvaje de siempre.