LA GRAN MENTIRA

Ha comenzado el mes de septiembre, y la celebración de los cincuenta años del “11” comienza a despuntar, pero ¿qué estamos celebrando?, ¿y quienes lo hacen?, ¿y para qué lo hacen? ¿Qué buscan, en definitiva?

 

Evidentemente que el gobierno conmemora los cincuenta años de una falsificación histórica, la misma que se ha transformado en la piedra angular de un relato de victimización diseñado con la finalidad de regresar al poder y continuar el proyecto totalitario. Esto, sin dejar de lado el gran negocio que ha significado para tanta gente, mientras esperan con entusiasmo el gran y definitivo negocio, el negocio de la obtención del poder total que les permitiría el robo total. Deben justificar, blanquear el pasado, para así intentar replicarlo.

 

Después de todo ¿qué es el comunismo -me refiero al comunismo real, por supuesto, no a las explicaciones teóricas de “expertos” en ingeniería social-, sino el intento de regresar al antiguo régimen, ese de amos y esclavos? El comunismo es la involución de las libertades.

 

¿Y por qué el comunismo, los comunistas mas bien, pretenden controlar la vida de las personas coartando sus libertades? La lógica es escalofriantemente simple: Si en una primera etapa, esa de promesas de un mundo mejor a costa de aquellos malos explotadores que supuestamente nos roban, necesitan la ilusión y el ingenuo apoyo de un pueblo envilecido; la segunda etapa, aquella en que se intenta mantener el poder obtenido por medio de engaños, solo es posible sostenerla mediante el empobrecimiento de la población, su necesaria dependencia de las ayudas estatales y el control social. Y para eso nos está preparando.

 

De eso se tratado siempre todo esto, de crear esclavos, antes por medio de la fuerza y el horror, hoy por medio de un adoctrinamiento que nos convenza, y de una pobreza que nos someta a cambio de las promesas de ayudarnos a sobrevivir. No es posible controlar bajo estas condiciones a un hombre libre con derecho a su propiedad.

 

La conmemoración de este cincuentenario del once de septiembre no es más que un intento por revivir una y otra vez una mentira meticulosamente diseñada. El populacho bárbaro no debe conocer la verdad, una verdad que solo se atrevieron a dar a conocer en el proyecto de la nueva constitución que, por el momento, ha fracasado. Y lo hicieron suponiendo un irreversible triunfo en la elección que aprobaría el maléfico plan. Ahí está resumido nuestro futuro, un futuro que no admite a gentes libres, un futuro que solo beneficiará a quienes pretenden controlar nuestra vida, nuestra libertad y el fin último de todo este horroroso plan, controlar nuestro trabajo y nuestra propiedad. El fin último es y siempre ha sido el mismo, el gran robo, el último y definitivo. El robo total.